jueves, 5 de mayo de 2011

Detención

A veces me detengo a pensar cosas que supongo la gente no se detiene a contemplar muy seguido.

Esperando a una amiga, en las afueras de un edificio muy grande, con el viento que me da en la cara, al cual recibo y dejo que me envuelva sin rechazo, un viento frío, que adelanta un crudo invierno, me doy cuenta que, allí, en las alturas, sobre una de las rampas que dan acceso a los autos hacia el edificio, puedo ver los árboles. Y el verde que los rodea. Es una tarde oscura ya, que muestra un tránsito agitado, cuyas luces de los vehículos brindan un espectáculo relampagueante casi mágico, toda la ciudad se ilumina, entonces viajo y me encuentro en un espectáculo circense. Es maravilloso. Y en esa tranquilidad que me brinda el observar en ese momentum de detención, el estar presente en ese momento, generando tal vez, una postal de melancolía al descubrirme a mi mismo contemplando aquel paisaje es cuando una idea, esta idea viene a mí, con poca frecuencia, pero siempre pululando en mi mente. Aquella donde a veces me detengo a pensar cosas que supongo que la gente no se detiene a contemplar muy seguido (si no es nunca).

Es un buen ejercicio detenerse, y observar, no sólo mirar, sino, ver, con los ojos, el alma y todo el ser. Tener cada uno su momentum de pausa, como si el aire se volviera espeso, y pudiéramos ver todo lo que nos rodea como un descubrimiento, como si fuera la primera vez.