Ayer en "alfonsina" una nena se acercó tímida, silenciosa, con la cabeza gacha y los ojos ocultando su vergüenza, su condición. Se acercó a dejar un llavero "abre latas" en la mesa y siguió monótona y silenciosamente en el resto de las mesas dejando el llavero, y dirigiéndose luego a otra mesa, y luego a otra, y Otra imagen cruda, otra postal cotidiana de la sociedad y otra realidad que se vuelve invisible, como la de las trabajadoras sexuales, o los limpiavidrios en córdoba.
Mientras la veía partir, Flor seguía contándome vayaunoasaberque, porque la dejé de escuchar, quería intentar sacarle una sonrisa a la nena, volver a subjetivarla, hacerla presente en ese bar. Darle voz.
Cuando la nena volvió, susurrando preguntó si le queríamos comprar el llavero...
Yo sin susurrar, mirándola a los ojos le pregunté como se llamaba, a que colegio iba, cuantos hermanos tenia. A cada pregunta, en ella aumentaba su nerviosismo, pero también su alegría, se la veía más contenta y suelta. Estaba expectante, pero no por las preguntas, sino por el diálogo. Por ver que alguien se preocupa por saber quien es, que hace, como es, donde vive... En ese encuentro me regalo una dulce sonrisa y sus pestañas gigantes, unos ojos negros hermosos, me regaló la ansiedad de sus piernitas cruzadas impacientes haciendo dibujos en el suelo, me regaló su voz, su pelo, su infancia, y fue genial, pero también triste, difícil de tragar.
Ayer en "alfonsina" una nena se acercó tímida, silenciosa, con la cabeza gacha y los ojos ocultando su vergüenza, su condición...
Ayer en "alfonsina" Eva se alejó de la mesa contenta, alegre, erguida, sonriente, con sus ojitos brillantes y la frente en alto.
La memoria espectral de los frigoríficos
Hace 1 semana