La oscuridad nos irrumpe en la tarde y, sin embargo, parece que en cada mesa el lento juego del amanecer se repite constantemente mientras la moza prende, una a una, las velas. El cielo se vuelve gris, las nubes son traídas por un viento sur, la noche se va volviendo cada vez más fría y el viento sopla cada vez más fuerte levantándole el vestido a las velas y produciendo, en cada soplo, un juego de formas y de rostros que se trastocan, se acercan, se evitan y se estrellan, uno a uno, en la pared.
simplemente genial.
ResponderEliminarSaludos.
me gusta como escribis, te invito a mi verjel.
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