jueves, 29 de abril de 2010

Servilletas

Una cerveza transpirada por el calor de la sala arriba de una mesa de bar, la mesa ubicada entre una puerta inhabilitada y una imitación de un cuadro descascarado por el paso del tiempo y él que reposa en su silla. Sus ojos apuntan hacia el pasillo, su sombra parece desprenderse de él, y se posa en la pared. la decoración del ambiente se completa con maníes desparramados, sal en la mesa y en sus manos.
Servilletas manchadas de tinta, arrugadas a un costado… Palabras hechas papel y un nueva servilleta se acumula en el desprolijo montón, dejando de ser lo que es, para pasar a formar parte de la historia que la lapicera parece inscribir en ella, cual gubia modifica la madera para convertirla en xilografía.
Las risas acompañan la música ambiental, pero no la escucha. Sacude la cabeza, renegando de una idea, buscando entre sus recuerdos una palabra que concuerde con la rima, se mueve inquieto en la silla, se para cambiando la perspectiva como quien se aleja del tablero para idear su próxima jugada. Se vuelve a sentar esta vez mucho más calmo, mientras afuera la ciudad se estremece. Las ideas parecen ahora fluirle, inútilmente corre de sus ojos el pelo que se escapa de su oreja, la rutina se repite casi al mismo tiempo que el compás que se escucha por los parlantes.

Va al baño a mojar su cara y secar su transpiración. Demora su regreso en el patio tomando un poco de aire y buscando aclarar sus ideas. Fuma, y entre pitada y pitada retiene entre divertido y absorto el aire en su boca, su vista se pierde en el lugar, esta parado en el patio, pero en realidad esta metido en la historia que reposa en su mesa. Mientras fuma gesticula y balbucea palabras que nadie comprende, parece discutir las ideas del próximo párrafo. Arroja la colilla al piso, y con el primer paso hacía la mesa, lo apaga. Al volver vio como la moza que lo atiende, se dispuso a limpiarle la mesa, sin ser conciente de que la historia en papel sintético iba desapareciendo junto con la sal y el agua transpirada de la botella, a medida que la humedad de la rejilla recorría la madera.
Colérico se sienta y desenfunda nuevamente su arma. Pero la obra ya no será la misma, porque los clientes de la mesa 3 ya cenaron, porque la mesa 4 ahora esta vacía y el pabilo de la vela va consumiendo el resto de glicerina y está próximo a apagarse. Ahora hay demasiado espacio libre, ya no hay tanta distracción.
Con voz triste y una mueca desesperada pide resignado otra cerveza.


Y más servilletas.

miércoles, 21 de abril de 2010

Coraje

“¿Cuál es el sentido de todo esto?” Se preguntó una madrugada, en la que había permanecido desvelado toda la noche, y de repente se encontró mirando, desde la rendija de la ventana, el brillo del sol asomándose, entre colores naranjas y violetas. Esa madrugada era muy extraña. Y había llorado.
Sus ojos se aclaraban a medida que posaba fijamente su mirada sobre ese destello cegador. El tiempo pareció detenerse. Cerró los ojos. Su cuerpo le pesaba. Sentado en la mitad de su cama, con las piernas cruzadas pensó: “No puedo más….no puedo más ¿de qué?” Esa frase repetitiva comenzaba a cansarle. La vida era demasiado trágica para poder soportarla, el sentido se fue perdiendo a lo largo de los años, a medida que crecía, a medida que se aislaba del resto, a medida que se encerraba en sí mismo. Y ahora, parecía encontrarse en un laberinto que tenía la salida muy lejana, perdida, bien escondida.
Sus pensamientos funcionan de manera demasiado cinematográfica, producto de la influencia que tuvo este fenómeno en su vida. No sabía si considerar eso como una virtud o algo perjudicial. Lo alejaban de la vida real, eso sí.
Abrió un poco la ventana, sólo un poquito, una brisa ligera entró a la habitación, rodeó su escaso cuerpo produciéndole un escalofrío.
El cielo parecía ser tan fácil, tan libre…quería sentirse libre, sin dolores en la espalda, quería vivir sin depresión. Pero él mismo parecía estar hundiéndose más y más. Con altibajos, pero el agua ya le llegaba al ombligo.
Su interior era como una rosa que se marchitaba de a poco, y cuando no terminaba de morir, mágicamente volvía a renacer, pero no como nueva, sino, con grietas, pequeños agujeros, cortes.
Un pensamiento que no le dejaba de dar vueltas en su cabeza, y que intermitentemente hacía varios años que reaparecía, una idea cuasi utópica pero no por eso imposible: “Algún día me voy a terminar suicidando”. Así, tan dura, tan cruel pero así de simple. Morirse era equivalente a estar reposado en su cama sin hacer nada durante muchos años más. A él le daba lo mismo, solo que muerto, no se aburriría. No deliraría, no sufriría. Todo quedaría detenido para siempre.
Parpadeó, el sol ya no le daba en la cara, su cuerpo se encontraba encorvado, la cabeza gacha. Enérgicamente levantó la cabeza, abrió bien los ojos, miró hacia el techo de su habitación, respiró hondo y sin pensarlo dijo, en voz alta: “No serías capaz. Sos demasiado cobarde para cometer un acto tan crudo como ese”. Se levantó desganado y se dirigió pesadamente hacia la cocina.
Y mientras tanto el tiempo retomó su cauce, y el agua seguiría subiendo…
“Demasiado depresivo para esta vida, no tiene sentido vivir así” musitó.
¿Sería cuestión de tomar un poco de coraje?
Y vagamente piensa: “El ser humano trata, constantemente de buscarle explicación, fundamento a todo lo que hace, manifestando sus emociones a través de sus actos. Pero esas explicaciones nunca van a llegar. La vida es un gran enigma, el eterno enigma…”. No todo tiene que tener (necesariamente) explicación. Todo es más sencillo cuando no pensamos tanto.
Aún así, sigue siendo demasiado cobarde para eso también.
Es cuestión de tomar un poco de coraje.

domingo, 18 de abril de 2010

Silenciosa Complicidad Social


hace tres años
frente al vacio
de políticas públicas
frente a la agenda pública
que le deniegan la inclusión
una luz en la oscuridad de la noche
empezó a titilar,
hace tres años
cansado de que el patrón le pegue,
cuando se canso que el mate y el pan
sea su único alimento
cuando su situación no dio para más
en La Luciérnaga empezó a trabajar.


Desde hace tres años
Está en esta esquina,
sus labios sellados por el tiempo,
lo muestran recto e inmune
frente a la violencia y el desprecio
de quienes creen que por tener más dinero
lo pueden maltratar

frente a la mirada de la sociedad
que se niega a comprenderlo,
frente a la soberbia
de una vieja hija de puta,
que en vez de decir: -no gracias.
le arrojo un folleto arrugado a la cara.
frente a todo eso se siente impotente.
y sin embargo…
con la frente bien alta
con un brillo
alegre y triste en sus ojos negros
dice querer estudiar.

aprovecha que su voz es escuchada
para escupir verdades.
palabras que son oidas,
toman fuerza,
le dan fuerza
y no se calla:
ni infancia
ni colegio
ni tiempo para jugar
sólo policias que lo golpean,
sólo situaciones que se repiten.

y sin embargo…
con la frente bien alta
con un brillo
alegre y triste en sus ojos negros
al sentirse escuchado
en medio del silencio,
su boca sonrie.
se siente menos sólo
se siente mas vivo.

miércoles, 7 de abril de 2010

Preámbulo

Me quedé con ganas de más, pero no puedo hacer nada al respecto. No me queda más que imaginarme quien es Griselda, buscando hacer coincidir a la Griselda del cuento con las imágenes de todas las Griseldas que conozco. ¿Especie de condensación?, quizás, acabo de rendir psicoanálisis y tengo la teoría y la práctica jugando en el carrusel de mi mente.
Esta bien así, me digo para mí. Total estoy jugando.

Griselda... no dice mucho de sí, pero ella si dice mucho de otros, de todas formas los artistas tienen ese poder omnipotente y casi impotente (suelo jugar con la similitud de las palabras aunque no signifiquen lo mismo, me causan gracia y ya esta).
total estoy jugando, me vuelvo a decir y retomo.
Todo artista se escapa de esa tediosa tarea de dar explicaciones o justificaciones. Todo artista actúa, pinta, escribe, lee, filma, fotografía, crea, canta, dibuja o hace lo que quiere… y el resto corre por cuenta nuestra para que realmente surja la obra.

Entre las sensaciones que me producen es muy común esa sensación de querer saber más. De encontrarme alguna vez con un texto que, antes de comenzar, describa la vida de cada uno de los personajes; del momento histórico en el que se encuentran; la época y la estación en la que el hecho sucede. Me gustaría encontrarme algún día con ese preámbulo del cuento (o poema) en el que no quede nada librado a la imaginación. Para que después, pueda inmiscuirme en esa ardua tarea de leer, pero leer con todos los sentidos. Que en ese preámbulo, también expliquen lo que pasa después del cuento. Cómo se alteran, o no, sus vidas a partir de ese instante.
Que me digan (quizás entre paréntesis, quizás con notas al pie o con negrita) que es lo que están pensando los personajes al mismo tiempo que la historia transcurre; como se va modificando su estado de animo; como cambia su postura corporal para hablar,

o callar.

Que me digan.
Pero está bien así, me digo para mi. Total estoy jugando.