jueves, 24 de junio de 2010

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Alguien en un bar espera que le traigan la cuenta y mientras tanto se acerca el mismo nene de siempre y le dice: –”hola, disculpe las molestias” y continua ofreciendo su producto y sus palabras empiezan a sonar como gastadas y repetidas. Me gustaría saber que cosas saldrían de su boca si las condiciones y su historia hubiesen sido diferentes.
¿Podrá jugar? ¿Cuál será su juego preferido? ¿irá al colegio? ¿y sus hermanos?
Afuera llueve, la noche recién comienza y su bolso está lleno todavía de manoplas cocidas a mano. ¿cuantos bares tendrá que visitar por día?. ¿Será en algún punto todo esto un juego para él?

El no entiende de jornadas laborales, y me pregunto si sabrá de la existencia de Nueva York y de la convención que se dictó en Noviembre del 89.
Un grupo de amigos discuten las implicancias de la limosna, discuten si es lo correcto dejarles una moneda o si darles dinero es fomentar a que la situación no cambie. Otro de los que están presentes dice que darles una moneda es un facilismo para ambas partes ya que los que tienen la posibilidad de sentarse en esta mesa, al darles una moneda se despojan de la culpa y podrían seguir manteniendo, hasta la próxima salida, su mirada inocente, Creyéndose que, por cincuenta centavos hicieron la acción del día.
Otra vos, un tanto tímida, irrumpe diciendo que es conciente de que con una ayuda, que con una moneda no cambian las cosas, pero que si sus centavos alcanzan para que por lo menos, por una noche, no les peguen a los niños a ella la dejaba un poco más tranquila…

Unos nenes en el hall de un hotel en Chacabuco, están abrazados y tienen frió, no por el clima, sino porque saben que en su casa les espera una mano dura, es un frío de miedo que les corre por dentro y los paraliza. ¿Cuántas veces habrán probado el sabor de la amargura? ¿Cuántas lagrimas habrán salado sus labios? Tienen frío y miedo, lloran porque saben que al volver en casa no les espera un plato de comida, saben que los espera un maltrato por no volver con suficiente guita para el tetra.
Lloran porque por haber gastado parte de lo que les dejó mendigar, lloran porque ahora no les alcanza para el cospel y son las 11 de la noche, y en sus casas hay un padre que los espera, aún sobrio, aún lúcido y sin embargo ebrio de furia y rencor.
Un padre que piensa que es con violencia que le gana la batalla al destino. En cada golpe de sus puños sobre el rostro de estos niños el se siente mejor y sólo recién cuando el dolor de él se apacigua, solo entonces cesa, pero para ese entonces el labio ya está cortado, la sangre ya mancho el piso y las lágrimas inútilmente intentan borrar las marcas de la impotencia…
Un padre que vuelve de paseo con sus hijos los ve y escucha sus llantos, se acerca y les pregunta desesperado en que puede ayudarlos, intenta acariciarles su rostro y el pelo, pero la caricia es rechazada por ser desconocida. Para ellos la mano de un hombre acercándoseles es una reminiscencia muy fuerte y muy fresca de la última golpiza. Entre impotente y desconcertado vacía sus bolsillos en sus temerosas y aún desconfiadas manos. Le parece que es poco un billete de diez pesos y varias monedas, le parece que no alcanza pero es lo único que tiene.

A esa hora de la noche y frente a semejante diapositiva se me hace muy difícil pensar en alegrías y sin embargo un par de monedas y un billete sirven para que esas lagrimas no eclipsen la sonrisa de sus rostros, para que puedan volver a su casa un poco más aliviados porque no vuelven con las manos vacías. Porque con lo que llevan ya alcanza para el tetra y porque quizás hoy no reciban una golpiza.

lunes, 21 de junio de 2010

Dice Pizarnik:

"Quiero que mires por la ventana, que me digas lo que veas. Gestos inconclusos, objetos ilusorios, formas fracasadas… como si te hubieses preparado desde la infancia, acércate a la ventana.”* Dice Pizarnik y es fantástico porque estoy arriba de un colectivo sentado del lado de la ventana y mientras leía iba alternando entre texto y texto mirar por la ventana, y lo estaba haciendo antes de leerla, pero ahora parece que es Pizarnik quien me lo pide casi exigiéndomelo. Ahora es casi obligatorio que me detenga a mirar. El relato de ella sigue y empieza a describir, y lo que ella dice ver se parece a lo que yo estoy viendo y ya no se de que lado me encuentro, ahora no se si es mi visión por la ventana la que completa el relato, o sí en cambio, es el relato quien completa, da sentido y forma a lo que veo.


*Los poseídos entre lilas IV

martes, 15 de junio de 2010

Crónica de la ciudad de Montevideo

Ésta historia la escuché por primera vez a los cinco años, o seis, cuando el concepto de amistad residía en compartir un espacio con mis hermanos, corretear libre por el patio de la casa de mi abuela jugando con ramas que, de un segundo a otro, pasaban a ser un arma último modelo y que instantes después, luego de yacer muerto en el piso, se convertía en espada, y quizás también en manubrio de bicicleta. Así pasaba mis días y mis mañanas entre la niñez y el verano que no acababa nunca.
Esta historia la escuche por primera vez sentado en el piso del porche, sentado como indio de piernas cruzadas y con los codos pegados a mis rodillas y mis manos sosteniendo la cara desde su base, la pera.
Me acuerdo que era de mañana, que mi Bis Abuela se mecía placida en la silla y mientras la relataba, yo miraba fijo como sus piernas se mecían y como el mecerse acompañaba rítmicamente el compás de su voz y el de la historia.
La escuche por primera vez en un tiempo donde Galeano no existía para mis ojos, y que por lo visto tampoco hacía falta.
Así paso esta historia como tantas otras. Ella siempre balanceándose silenciosa y yo siempre mirándola sin mirarla, con la cara tensionada, inmóvil, respirando poco, reservando el resto de mis energías en abrir los oídos y memorizar cada una de sus palabras.
Así pasaron como péndulos aquellas mañanas entre sus interminables historias, la escondida y “piedra libre para todos los compas”, volando con la imaginación y sus inacabables formas, queriéndola sin decírselo y abrazándola sin tocarla.

sábado, 12 de junio de 2010

La angustia invade mis sentidos

No puedo dormir esta noche, no se cierran mis ojos, y al hacerlo siento que todo se deshace. Me hundo en la oscuridad de mi cuarto al tiempo en que los recuerdos en mi mente aparecen. La realidad se vuelve confusa, ya no se qué ha sido de vos, no tengo en claro donde estoy, me veo corriendo detrás de una figura (no se si eras vos), al tiempo en que me veo en mí cuarto refugiado del tiempo, de vos (qué ya no se sí sos vos) y de mi…
Ya no me acuerdo de vos (¿serás vos?), tú rostro se ha confundido entre tantos otros, tu voz ya no llega a mis oídos con claridad y tú cuerpo se esconde en la muchedumbre. todo se vuelve aparente y no puedo determinar con certezas donde estoy, no se si estoy soñando con que te busco o sí el sueño es pensar que alguna vez te tuve, ya no se sí tú rostro se confunde entre tantos otros o sí aún sigo buscándolo, no se sí he sentido alguna vez tú piel (que tanto extraño!) o sí el sueño de estar contigo ha sido tan real que hasta recuerdo (y me da escalofríos) tu mano haciendo dibujos en mi pelo…
La angustia invade mis sentidos me doy cuenta de que estoy solo y me pregunto (es que no entiendo!) ¿Sí nunca te tuve, sí nunca discutimos, sí nunca supe nada de vos, si tú rostro es sólo un sueño, sí tú voz, tú risa, tú canto sólo suena para mí, porqué te fuiste? ¿por qué me dejaste?

domingo, 6 de junio de 2010

FRAGMENTO (sol un fragmento)

Soy inconformista, le busco siempre la quinta pata al gato, quiero más, nada me alcanza, por eso, hasta que me tranquilice, hasta que me bajen un poco los humos y “cambie de aire”, aclare mi mente, te pido amor, desaparecé por un tiempo. Porque sé que sos lo mejor que le puede pasar a un ser humano, sos, concretamente lo más sincero que me puede pasar, porque quiero llevarte conmigo a lo largo de mi vida, porque quiero seguir experimentándote, porque sé que sos magia. No quiero hacerme problema por vos, no quiero sufrir, no quiero padecerte, no quiero tener que necesitarte, y lo digo una y otra vez, porque amor, por mucho que te deseo y quiero sentirte (y con plenitud) no quiero padecerte. Asíque andate, basta, desaparecé de mi vista. No me hacés bien en estos momentos. Será hasta más adelante, por ahora, no quiero recibir más noticias tuyas.

sábado, 5 de junio de 2010

Jueves

Ahora que ya se termino, ahora que el murmullo se hizo silencio y la herida dejo de sangrar, ahora que ya estás muerta y yo estoy encerrado ahora puedo explicarlo.
Antes no.

Antes no, porque me encontraron con el arma y no preguntaron. Directamente me encerraron sin ver las lágrimas recorrer mis mejillas.
Al repasar los motivos pienso en la noche anterior, recuerdo que me criticaste que nunca pongo fecha para casarnos, te enojaste porque al parecer con convivir ya no te alcanza. Y sin embargo explicarte mis motivos no podía.

Me levante temprano sin ganas de afeitarme. Verte ahí tendida en la cama, libre de preocupaciones, con el torso desnudo y los pelos despeinados me hicieron pensar que esta vez sería diferente…
Decidido salí al trabajo, te dejé un beso y un buen día en una nota al lado del reloj. El desayuno quedó enfriándose en la mesa, no quise despertarte, quería que esa imagen tuya en la cama me acompañé en el comienzo del día.
Me excusé del trabajo, no tenía mucho dinero, pero la decisión estaba tomada...
Con el anillo en mi bolsillo quería que el día acabe, quería llegar antes que vos y esperarte con las velas prendidas.
Sólo quería llegar, preparar todo, esperar que llegues y decir por vez primera en vos alta esas palabras que hace 4 meses estaba practicando.
Ésta vez sería diferente…


Llegue y todo sucedió demasiado rápido.
Aunque te escuché gritar palabras inconexas deje que se pierdan en la habitación. No supe si estabas ensayando tu papel para la obra pero me tendría que haber dado cuenta, esa escena con el cuchillo ya la había soñado...

Cuando reaccioné ya era tarde.
Con una de mis manos alcance a retirarte el cuchillo, el daño estaba hecho: La sangre ya había manchado el piso. Con la otra intentaba presionar para contener la herida.

y después lo que todos saben…

La vecina que escucho gritos y se alarmo.
La policía que llego y que me encontró aún con el arma en la mano.
Yo sin saber porque no solté el cuchillo.

Moriste al instante.



El reloj da las seis, y empieza a sonar.
entre confundido y aliviado, lo apago.
fue sólo un sueño repito, fue sólo un sueño.
todos los jueves el mismo sueño.
me levante temprano sin ganas de afeitarme. Verte ahí tendida en la cama, libre de preocupaciones, con el torso desnudo y los pelos despeinados
me hicieron pensar que esta vez sería diferente…