miércoles, 21 de abril de 2010

Coraje

“¿Cuál es el sentido de todo esto?” Se preguntó una madrugada, en la que había permanecido desvelado toda la noche, y de repente se encontró mirando, desde la rendija de la ventana, el brillo del sol asomándose, entre colores naranjas y violetas. Esa madrugada era muy extraña. Y había llorado.
Sus ojos se aclaraban a medida que posaba fijamente su mirada sobre ese destello cegador. El tiempo pareció detenerse. Cerró los ojos. Su cuerpo le pesaba. Sentado en la mitad de su cama, con las piernas cruzadas pensó: “No puedo más….no puedo más ¿de qué?” Esa frase repetitiva comenzaba a cansarle. La vida era demasiado trágica para poder soportarla, el sentido se fue perdiendo a lo largo de los años, a medida que crecía, a medida que se aislaba del resto, a medida que se encerraba en sí mismo. Y ahora, parecía encontrarse en un laberinto que tenía la salida muy lejana, perdida, bien escondida.
Sus pensamientos funcionan de manera demasiado cinematográfica, producto de la influencia que tuvo este fenómeno en su vida. No sabía si considerar eso como una virtud o algo perjudicial. Lo alejaban de la vida real, eso sí.
Abrió un poco la ventana, sólo un poquito, una brisa ligera entró a la habitación, rodeó su escaso cuerpo produciéndole un escalofrío.
El cielo parecía ser tan fácil, tan libre…quería sentirse libre, sin dolores en la espalda, quería vivir sin depresión. Pero él mismo parecía estar hundiéndose más y más. Con altibajos, pero el agua ya le llegaba al ombligo.
Su interior era como una rosa que se marchitaba de a poco, y cuando no terminaba de morir, mágicamente volvía a renacer, pero no como nueva, sino, con grietas, pequeños agujeros, cortes.
Un pensamiento que no le dejaba de dar vueltas en su cabeza, y que intermitentemente hacía varios años que reaparecía, una idea cuasi utópica pero no por eso imposible: “Algún día me voy a terminar suicidando”. Así, tan dura, tan cruel pero así de simple. Morirse era equivalente a estar reposado en su cama sin hacer nada durante muchos años más. A él le daba lo mismo, solo que muerto, no se aburriría. No deliraría, no sufriría. Todo quedaría detenido para siempre.
Parpadeó, el sol ya no le daba en la cara, su cuerpo se encontraba encorvado, la cabeza gacha. Enérgicamente levantó la cabeza, abrió bien los ojos, miró hacia el techo de su habitación, respiró hondo y sin pensarlo dijo, en voz alta: “No serías capaz. Sos demasiado cobarde para cometer un acto tan crudo como ese”. Se levantó desganado y se dirigió pesadamente hacia la cocina.
Y mientras tanto el tiempo retomó su cauce, y el agua seguiría subiendo…
“Demasiado depresivo para esta vida, no tiene sentido vivir así” musitó.
¿Sería cuestión de tomar un poco de coraje?
Y vagamente piensa: “El ser humano trata, constantemente de buscarle explicación, fundamento a todo lo que hace, manifestando sus emociones a través de sus actos. Pero esas explicaciones nunca van a llegar. La vida es un gran enigma, el eterno enigma…”. No todo tiene que tener (necesariamente) explicación. Todo es más sencillo cuando no pensamos tanto.
Aún así, sigue siendo demasiado cobarde para eso también.
Es cuestión de tomar un poco de coraje.

3 comentarios:

  1. Parecería que el estado de la depresión fuera una salida fácil...

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  2. ...es demasiado facil e comodo deprimirse...el desafio es..no caer en ella..no dejarse vencer..

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  3. pero uno se deprime sin darse cuenta. fácil sí, cómodo nunca.
    me gustó el texto, muy acertada la descripción.
    saludos :)

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