sábado, 8 de mayo de 2010

Llanto

Sus pequeños ojos negros se inundaron de repente en un mar de preguntas, de incógnitas que se aclaran y muchas mas que se oscurecen. Nuevos miedos con los que tiene que convivir, nueva realidad que lo circunda.
La voz no le sale, la angustia no lo deja hablar, me mira inmóvil. Absorto me mira sin comprender lo que escucha, sin querer hacerlo pese a que sus oídos sean capaces.
Las manos refriegan su cara, frota su frente, sacude sus pelos y una primer lagrima temerosa irrumpe en su rostro y junto con cientos de ellas desfiguran su rostro.
Mi realidad también se vuelve borrosa, yo también rompo en llanto. Lloro por haber sido quien le revelo una realidad por siete años oculta; por no saber si fue lo correcto; por estar enfrentándome nuevamente a esa historia tan pocas veces contada; por no poder responder a sus preguntas y sobre todo porque él llora al tener que convivir con sus ausencias, porque sus amigos se pelean con sus viejos y el desearía poder hacerlo, porque nunca disfruto de jugar a la pelota en una plaza, porque los recuerdos que tiene sobre el no le corresponden. Llora porque nunca lo tuvo, porque no entiende su muerte.

llora, porque no puede hacer otra cosa.

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