viernes, 27 de agosto de 2010

curiosidad no instruida (6/8)

La tarde se hace eterna, el saber que falta cada vez menos me acelera, me impacienta. Salgo tras tu búsqueda. Tal como en los sueños camino cauteloso, pero seguro de mis movimientos, me dirijo hacia esa calle, me paro junto al semáforo y esa boca púrpura es reconocida por mí, tu pelo suelto se posa en tu cuello con tanta naturalidad. Ahora que te vi dejaste de ser la que creí, ya sos vos. El tiempo se detiene a contemplarte. El semáforo en rojo permite que avances por la senda peatonal, hasta que por fin tus ojos me reconocen.
Todo termina siendo tal como lo arreglamos, me encuentro parado ahí donde acordamos, esperándote bajo mi paraguas con una sonrisa, mi mejilla por fin se posa en la tuya, tus labios violetas me saludan y entramos con total naturalidad al bar que tanto te gusta, sin que sepas (aun) que yo soy yo. No es tan temprano como parece, pero ahora tenés tiempo de ocultarte bajo un bar y esperar que deje de llover…

No hay comentarios:

Publicar un comentario