lunes, 16 de agosto de 2010

curiosidad no instruida (1/8)

Faltan horas para verte en esa esquina, faltan horas para verte y aún no lo sabés, cómo así tampoco sabés que me vas a encontrar frente a ese bar que tanto te gusta (eso es algo que me enteré después) esperando que cruces la calle, esperándote bajo mi paraguas con una sonrisa.
Tanto reclamaste un buen chaparrón que acá lo tenés, impregnado en tus abrigos, quitándole volumen a tu pelo, mojando tus medias, arruinando el cuero de tus botas. Acá lo tenés, tal como lo pediste, como lo deseaste. No me vengas con eso de que sólo lo querías para mirar por la ventana. Que sólo lo querés un domingo por la tarde para oler ese olor a tierra que se cuela por la puerta del patio entreabierta, que avizora la llegada inminente de una tarde entre chocolate caliente o mates en tu cocina…

2 comentarios:

  1. Lo que uno pide tanto muchas veces llega cuando uno menos se lo espera. El secreto está en saber aprovecharlo cuando aparece.

    ResponderEliminar
  2. Hugo: sin duda que es así, lo difícil y divertido es transitar sin esperarlo, para no caer en desesperación. Lo difícil y divertido es, cómo bien vos dijiste, aprovecharlo cuando aparece...

    quedán 7 entregas, te dejo con una especie de curiosidad no instruída, para que disfrutes la espera, y la lectura de lo que falta...

    abrazo!

    ResponderEliminar